Por segunda vez en menos de un mes y medio, Los Piojos reventaron River y se despidieron con un show extenso y muy emotivo, ante 70 mil piojos.
Todo pasa, dicen. Cuándo y cómo, nunca se sabe, claro. Esa incertidumbre es la que rigió la última presentación de Los Piojos en el Estadio River Plate, antes de lo que ellos denominaron como "parate indefinido"; un impass que, anunciado sin fecha de vencimiento, cancela y deja lugar para las expectativas a un mismo tiempo.
Dieron un show que quedará en la memoria de todos. Por lo emotivo, por la fiesta que fue River en muchos momentos y por las más de tres horas que duró el show. No se querían bajar del escenario. Treinta y un temas, de los cuales cinco fueron agregados a la lista original.
A las diez, una hora después de la pactada para empezar, las imágenes de todos los piojitos mutando uno en otro sirvieron de preludio a la aparición de Ciro, bajo las gotas y en la punta de la larga pasarela que prolongaba el escenario penetrándolo en el centro del campo. La dupla Ay Ay Ay "Te diría", primero a capella y después estallando, seguida por "Babilonia", inició una larga lista que definiría una largo viaje retrospectivo recorriendo los 20 años de carrera de la banda.
El show tuvo muchos puntos altos. Tan solo cantada íntegra por todo el público, mientras Andrés Ciro sólo atinaba a agradecer, puso a más de uno la piel de pollo. Otro momento emotivo - sobre todo para ellos- fue cuando aparecieron los hijos de los músicos, primero en Pistolas y luego en Canción de cuna, para colaborar en los coros.
Las alusiones al "parate" empezaron tímidas pero fueron tomando forma con el paso de las horas; la "noche especial", como ellos la definieron, tuvo un momento clave: Alejando Vellosa, un joven -entusiasta- piojoso, subió a leer un mail que le había mandado a la banda al enterarse del parate, en representación de todos los mensajes que recibieron a partir del anuncio. La declaración (de amor, sí) exigía un recital número 101 y terminaba citando al Indio Solari: "las despedidas son esos dolores dulces".
Todos tuvieron su momento para lucirse en soledad. Chucky y Tavo, cantando como ya es costumbre, con Tavo dedicando "Sudestada" a Pity Fernandez, que fue el gran ausente de la noche; y el resto de la banda desplegó todas sus virtudes en una interminable versión de El Farolito. Hasta Daniel Buira, batero de la primera hora, se pudo dar el gusto. Primero con su grupo La Chilinga, cuarenta tambores le pusieron ritmo a Verano del 92 y luego se quedó en la batería para hacer Desde lejos no se ve y Cruel.
Desde el comienzo del show y en reiteradas oportunidades se escuchó a un Ciro visiblemente emocionado agradecer a todos por los momentos vividos. “No soy bueno para los discurso, pero el tema que viene a continuación simboliza todo lo que nosotros pensamos”, tiró antes de arrancar con Pacífico, uno de los últimos temas.
Seguir después de "Finale", el verdadero final del resto de los litúrgicos encuentros (y la re-conocida lectura de banderas), fue raro pero obligado: "vamos a seguir hasta que salgan las estrellas", dijo Ciro, antes de permitir al público elegir un tema. "Los mocosos" (denuncia rockera y cruda de Chac tu chac y "Nana no, no me dejes olvidar esta canción") fue la ganadora, y para ese entonces la lluvia seguía cayendo pero ya habían pasado tres horas y era la una de la madrugada.
Así, sí, el último, el rockandombe "Muévelo", fue ideal para que todo terminara en bailongo: subieron chicas pulposas a la pasarela, mostraron lo suyo y contagiaron energía. Debajo, el "sólo te pido que no dejen de tocar" ya no fue suficiente: hubo muchos "gracias", al público, a las bandas amigas, a los Redondos "que nos votaron hace mucho".¿Habrá sido este el último show de Los Piojos? Todo indica que sí, aunque nunca se sabe qué puede ocurrir. Lo concreto es que no tocan más y para aquellos que quieran buscarle una explicación sólo resta decirles, como reza la canción, es necesario que mañana sea así. Pero todo pasa, eso dicen.
Todo pasa, dicen. Cuándo y cómo, nunca se sabe, claro. Esa incertidumbre es la que rigió la última presentación de Los Piojos en el Estadio River Plate, antes de lo que ellos denominaron como "parate indefinido"; un impass que, anunciado sin fecha de vencimiento, cancela y deja lugar para las expectativas a un mismo tiempo.
Dieron un show que quedará en la memoria de todos. Por lo emotivo, por la fiesta que fue River en muchos momentos y por las más de tres horas que duró el show. No se querían bajar del escenario. Treinta y un temas, de los cuales cinco fueron agregados a la lista original.
A las diez, una hora después de la pactada para empezar, las imágenes de todos los piojitos mutando uno en otro sirvieron de preludio a la aparición de Ciro, bajo las gotas y en la punta de la larga pasarela que prolongaba el escenario penetrándolo en el centro del campo. La dupla Ay Ay Ay "Te diría", primero a capella y después estallando, seguida por "Babilonia", inició una larga lista que definiría una largo viaje retrospectivo recorriendo los 20 años de carrera de la banda.
El show tuvo muchos puntos altos. Tan solo cantada íntegra por todo el público, mientras Andrés Ciro sólo atinaba a agradecer, puso a más de uno la piel de pollo. Otro momento emotivo - sobre todo para ellos- fue cuando aparecieron los hijos de los músicos, primero en Pistolas y luego en Canción de cuna, para colaborar en los coros.
Las alusiones al "parate" empezaron tímidas pero fueron tomando forma con el paso de las horas; la "noche especial", como ellos la definieron, tuvo un momento clave: Alejando Vellosa, un joven -entusiasta- piojoso, subió a leer un mail que le había mandado a la banda al enterarse del parate, en representación de todos los mensajes que recibieron a partir del anuncio. La declaración (de amor, sí) exigía un recital número 101 y terminaba citando al Indio Solari: "las despedidas son esos dolores dulces".
Todos tuvieron su momento para lucirse en soledad. Chucky y Tavo, cantando como ya es costumbre, con Tavo dedicando "Sudestada" a Pity Fernandez, que fue el gran ausente de la noche; y el resto de la banda desplegó todas sus virtudes en una interminable versión de El Farolito. Hasta Daniel Buira, batero de la primera hora, se pudo dar el gusto. Primero con su grupo La Chilinga, cuarenta tambores le pusieron ritmo a Verano del 92 y luego se quedó en la batería para hacer Desde lejos no se ve y Cruel.
Desde el comienzo del show y en reiteradas oportunidades se escuchó a un Ciro visiblemente emocionado agradecer a todos por los momentos vividos. “No soy bueno para los discurso, pero el tema que viene a continuación simboliza todo lo que nosotros pensamos”, tiró antes de arrancar con Pacífico, uno de los últimos temas.
Seguir después de "Finale", el verdadero final del resto de los litúrgicos encuentros (y la re-conocida lectura de banderas), fue raro pero obligado: "vamos a seguir hasta que salgan las estrellas", dijo Ciro, antes de permitir al público elegir un tema. "Los mocosos" (denuncia rockera y cruda de Chac tu chac y "Nana no, no me dejes olvidar esta canción") fue la ganadora, y para ese entonces la lluvia seguía cayendo pero ya habían pasado tres horas y era la una de la madrugada.
Así, sí, el último, el rockandombe "Muévelo", fue ideal para que todo terminara en bailongo: subieron chicas pulposas a la pasarela, mostraron lo suyo y contagiaron energía. Debajo, el "sólo te pido que no dejen de tocar" ya no fue suficiente: hubo muchos "gracias", al público, a las bandas amigas, a los Redondos "que nos votaron hace mucho".¿Habrá sido este el último show de Los Piojos? Todo indica que sí, aunque nunca se sabe qué puede ocurrir. Lo concreto es que no tocan más y para aquellos que quieran buscarle una explicación sólo resta decirles, como reza la canción, es necesario que mañana sea así. Pero todo pasa, eso dicen.